martes, 27 de mayo de 2008

Una nueva aventura

Después de cientos de idas y vueltas, de darle un rumbo diferente a mi vida, de girar entre el amor y desamor; sentí la necesidad de enfrascarme en una nueva aventura, ajena a mis más recientes revelaciones interiores, ajena a mis mayores propósitos en los últimos años, pero no por eso la menos importarte.

Hoy es el inicio de algo no planeado, pero si deseado desde hace ya un tiempo que conocí a alguien que lo hacía, me atrajo, sin darme cuenta me sedujo, me envolvió y hasta llegó a crear un grado de necesidad en mi; pensé que sería algo pasajero, de momento, de circunstancias y sus consecuencias, del amor y del interés que uno muestra por las cosas que a la persona que amas (o crees amar) de alguna manera comparte contigo; hoy él ya no está, pero la necesidad no se fue con él más por el contrario, siguió latente como al principio, como aquel día que no dejó de rondar la idea en mi mente, con mayor fuerza a medida que vivo, que paso el día a día cuestionándome sobre la vida, mis anhelos y decepciones, mis victorias y por que no, mi derrotas.

Si bien es cierto siempre fui una “chica” bastante comunicativa, nunca tuve la dificultad de expresarme hablando, pero siento que el escribir te lleva hacia otro mundo, te suelta, te revela, deja que las cosas fluyan y que los más profundos pensamientos y sentimientos salgan a flote sin mayor represión y cuando menos te das cuenta ya escribiste varias páginas, tantas que cuando lo vuelves a leer piensas… “No será mucho"; seguido de eso empieza la corrección, borras, cambias frases, eliminas palabras repetidas tratando de encontrar sinónimos en tu mente que encierren el significado que le quiera dar al texto.

Recuerdo haber escrito desde chica, haber creado canciones en mi mente según mi circunstancia, pero de forma peculiar siempre que intentaba plasmarlo en un papel, cambiaba o sencillamente se me olvidaba y fueron guardándose en los archivos de mi mente, así nunca más las haya vuelto a recordar, se que irán conmigo cuando tenga que dejar de escribir. Mis primeras cartas de amor eran interminables, esas de las que luego vuelves a leer años después, piensas: “Como pude haber escrito eso” y no te queda más que reírte o sonrojarte si alguno de tus novios que aun a pesar de los años sigue siendo amigo y tiene la genial idea de enseñártelas o enviártelos por correo escaneados, ya que se tomó el trabajo de guardarlos para que en ocasiones como estas después de muchos años puedan recordártelo a manera de hacerte sonrojar incansablemente y tu hacer el fw respectivo a tus mejores amigas; otras cartas que escribí que no olvidaré fueron a mi mejor amiga de colegio (Jessica Navarro) que por cosas de la vida y cuando estás en el cole no logras entender como puede mudarse de ciudad; eran muy divertidas y bastante coloridas, las escribía el un pliego de papel cuadriculado en los que dabas los exámenes de matemáticas, por las cuatro caras, cada estrofa era un plumón diferente y así hasta llegar a la firma con el color favorito… Turquesa o celeste en aquel tiempo; las que le escribía a mi hermano cuando se fue de Tacna a estudiar fuera eran bastante extensas pero tenían la particularidad que en cada una de ellas siempre existía un dibujo relacionado con lo que le estaba contando a modo de mayor entendimiento, escribía incansablemente donde tenía que ir el dibujo hacía una paréntesis donde ponía (ver dibujo No.1) y así los iba enumerando, al final de la carta adjuntaba todos los dibujos; claro algo bastante cómico si es que hoy lo analizamos, me pregunto “Como haría si tendría que escribirle hoy un mail con dibujo incluido?”

Se que estas ganas de escribir existieron desde siempre, solo es hoy motivada por una batalla de sentimientos internos que le pongo un punto de inicio, una fecha que recordar y una persona que con el tiempo será un amigo al que agradecer.

Mi vida