Me quedé sin mi ángel

Hay cosas de las cuales uno se arrepiente en la vida y otras que te golpean tanto como el dolor de la propia muerte que por más que se quiera no puedes volver en el tiempo y en este caso tomar la decisión de callar cuando era el momento adecuado.

Paulo era (aun lo es) una persona muy especial en mi vida, un hombre de buen corazón y grandes sentimientos, desinteresado, noble y soñador por esencia; mi gran amigo, mi confidente, mi luz, mi ilusión, mi forma de verle el lado feliz a la vida, mi esperanza de vida, la otra mitad de mis sueños; capaz de arrancarme una sonrisa cuando peor me sentía; muchas veces me escuchó reír gracias a él y se sentía satisfecho por haberlo logrado; me sintió renegar, desconsolada, animada, preocupada, perturbada, de mal humor y hasta llorar, hizo las veces de amortiguador en tantas de mis caídas; hoy es la primera vez desde que lo conozco que lloro inconsolablemente y él no está al otro lado del teléfono y es que hoy lloro porque precisamente él ya no está; él se ha ido o ya no sé si es que quizás fui yo quien lo eché.

Yo era alguien importante para él a quien quería y hasta amaba sin pedir nada a cambio, aunque a veces esperaba más de lo que yo podía dar, supo desde un inicio que en mi corazón estaba tatuado otro nombre y difícilmente podría ser reemplazado por el suyo, pero a pesar de eso me amó siendo mi amigo.

Hace algunas semanas empezaron nuestras discusiones, nuestras diferencias, él quería que deje atrás mi pasado y me dé la oportunidad de empezar una vida viendo sólo hacia adelante y no precisamente con él, pero que no volteara los ojos al ayer; anhelaba que yo pudiera recibir todo el amor que él está dispuesta a dar y yo no a recibir; es ahí donde él empieza la lucha y yo el refugio en mis miedos, mis fantasmas, mis dudas y mis preguntas sin respuestas.

Ayer tuvimos la peor de nuestras peleas, las cosas se salieron de control, dijimos cosas sin sentido o peor aun sin sentirlas, me hirió en lo más profundo y yo a él, golpeamos nuestros corazones y destrozamos nuestras almas.

Me duele tanto que siento que me estoy ahogando en mis propias lágrimas, tengo los ojos hinchados de tanto llorar y el corazón destrozado, siento que el alma se me va y no puedo detenerla, que lo perdí y que poco o nada puedo hacer.

Ha pasado un día y no sé nada de él, no he escuchado su voz, no he sentido su risa, no me han abrazado sus tiernas palabras y lo más probable es que haya borrado mi nombre de su corazón, me siento vacía, incompleta; desde que desperté he estado pegada al msn para ver si se conectaba y no he podido verlo, mi teléfono no ha sonado y hoy no ha habido un “Holitas”

Ya no podremos reír de este sentimiento que un día a la distancia nos unió, de nuestras locuras y de una novela creada sólo en nuestro deseo, quizás absurdo pero nuestro, de estar juntos algún día en la misma ciudad; ya no existirán noches interminables de conversaciones, no habrán más canciones que compartir, ni besos a las distancia, no habrá un te quiero sincero, ni una llamada de buenos días, no habrán sueños por los cuales luchar o por lo menos considerarlo como una posibilidad.

Él sufre en algún lado y desde aquí lo siento, porque yo sufro también, estoy muy triste porque perdí a mi ángel.

No sé si algún día leas esto, tampoco sé si te importe ya, pero quiero que sepas que te quiero con todo mi corazón y que lamento haber dicho tantas cosas que no siento y menos que creo, sólo fue por no saber callar; sólo espero que algún día puedas perdonarme Paulo.

Te extraño mucho Catito.

[Sarah McLaren - Angel]