miércoles, 30 de julio de 2008

Un clavo no vale tu reino


Hace algunas semanas me reencontré en el msn con un chico al cual no veo hace muchos años, fuera de ser alguien que en un momento de mi vida ilusionó mi corazón, los años pasaron para los dos y nunca tuvimos una historia juntos que contar.

El se casó y formó una familia, que no dudo sea la que él esperaba, pero a pesar de estar en una situación de confusión o mal momento, no termino de explicarme por que me haría una propuesta que no debería hacer un hombre casado.

La vida esta llena de riesgos y considero que es de sabios tomarlos, enfrentarlos y sobrevivir a ellos, pero arriesgar una familia sólo por sacarte un clavo o concretar un placer que quedo pendiente por circunstancias no planeadas, dista mucha de la inteligencia que estaba convencida él tenía.

El encuentro sería más de piel que de sentimientos, nos abrazaríamos y besaríamos como dos locos, reímos, nos acariciamos, y muy sutilmente nos enfrascaríamos en actos amatorios, imagino que algo bonito, especial, desenfrenado, aventurero, prohibido, placentero, como si fuera nuestra primera vez, con ternura, con cariño, completamente extasiados; pero que hay de la realidad? llegar a su casa sintiendo aun los rezagos de una noche desenfrenada de éxtasis total; existiría sentimiento de culpa si una situación así si se hubiera dado?

No era el amor de su vida la persona con la que se casó?, no le juro que jamás la dejaría?, no le prometió fidelidad frente al altar?; me hago mil preguntas buscando respuesta en lo infinito, enfrascada en un sentimiento de reproche, de rechazo absoluto y me sigo preguntando: donde quedaron las promesas de amor?, la ultima canción que le dedicó?, los besos, las caricias que se dieron? cuando le pidió que fuera su esposa, las ilusiones, los anhelos de una vida juntos, las palabras de amor, ese amor que un día se profesaron; dónde quedaron las lágrimas y las risas, el amarse hasta ver nacer el fruto de su amor?.

Promesas, que se diluyeron con el tiempo, con el desgaste o la rutina de una matrimonio convencional o con el alboroto hormonal de un hombre que no se niega a las tentaciones, más aun las propicia.

Puedo entender que le seas infiel a tu esposa cada mañana contemplando el sol que alegra tu día, que te acompañan a donde quiera que vayas, compañía que no voy a darte; que le seas infiel con el viento que te acaricia, caricias que no recibiras de mi; con la luna que por las noches escucha atenta tus penas y alegrías sin necesidad de buscarme, con cada estrella que no deja de mirarte y que estos ojos jamás te verán.

Por fin después de negarme a aquel encuentro, concluyo que las promesas quedaron guardadas en el cofre de su olvido.

Te lo agradezco pero no...



Esta canción es muy buena, no tiene mucho que ver con la historia, pero me encanta..

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