lunes, 18 de agosto de 2008

Cena para dos

Haciendo un recuento de mis buenos momentos vividos en estos 32 años, debo ser sincera y aceptar que el mejor día de mi vida y que nunca olvidaré fue un 31 de diciembre.

Era una noche especial, era fin de año y esas cosas a uno lo entusiasman por esos días; yo no tenía mayores planes, pero si los tenían conmigo y no lo sabia. Poco antes de aquel día me había involucrado con una persona sentimentalmente, alguien que me sacó del desamor y sólo con un beso selló mi corazón.

Una llamada me alertaba que pasarían por mi a las 9:00 de la noche, estaba decidida a pasar un buen momento, lo que no sabía era lo que se venía; efectivamente las 9 en punto dieron y él ya esperaba por mi; después de subir a su auto pregunté:

- A donde vamos?
- Con unos amigos – respondió, pero antes tengo que pasar por mi casa - agregó
- Ok - contesté y no pregunté más ya que cualquier cosa que fuera, siempre que esté con él sería lo mejor.

Camino a su casa me cogía de la mano mientras manejaba, (siempre lo hizo y no se imaginan como aquel insignificante detalle me encantaba), tenía la facilidad de hacerme sentir bien; es un chico super especial, el que marco mi vida en un antes y un después.

Llegamos a su casa, él abrió la puerta de la cochera desde su auto y entramos, ya estaba alertada que su familia habían salido fuera de Lima y no había mayor complicación en mi inesperada visita; una vez estacionados dijo: Acompáñame, y baje del auto con él que me tomaba de la mano, entramos por la puerta de servicio directo a la cocina y la puerta que da al comedor principal estaba cerrada, él se acerca hacia esa puerta cerrada y la abre… Nunca en mi vida olvidaré ese instante.

Ni en mis mejores sueños hubiera imaginado que era lo que había detrás de esa puerta; era más de lo que se espera, un frío recorrió todo mi cuerpo y me hizo vibrar, emocionarme hasta dejar caer unas lagrimas de felicidad, era dichosa, me sentía especial; había preparado una cena finamente resaltada con detalles inolvidables: velas, una botella de champagne, otra de vino, dos copas, dos platos y dos corazones dispuestos a amarse. Todo estaba bien planeado, la cena preparada por él, la noche especial; el olor era riquísimo, todo estaba perfecto…. él era perfecto.

Esa noche la pasamos juntos solo los dos, cenamos, bebimos, conversamos, nos besamos, nos amamos, nos entregamos por completo compartimos el mismo sentimiento, nos amamos con pasión, con fuerza, nos dejamos llevar, nos dimos por completo uno al otro.

Las palabras no bastan para expresar lo que sentí esa noche llena de magia inolvidable; él ya no está y no estará más, pero el recuerdo de aquella noche, su recuerdo y aquel amor que un día sentí, siempre permanecerá en mi.

TQM

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